Translate

domingo, 18 de septiembre de 2011

La basura blanca en "Una mujer en África". Claire Denis. 2009


-->
 AVISO: SI NO HAS VISTO LA PELÍCULA Y HAS PENSADO HACERLO: ¡¡STOP!! TE ACONSEJO QUE NO SIGAS LEYENDO.

El título de esta película en español, como pasa con muchos otros, no tiene que ver con el original, “White material” que, por lo visto, es una forma peyorativa que utilizan los indígenas africanos para llamar a los productos de los colonizadores blancos y, supongo, a ellos mismos también. Se podría traducir literalmente por “material blanco”, pero tiene más el sentido de “basura”, “desecho” o “residuo”, si bien “carne” también podría servir. A veces no se comprende bien la razón por la que la productora o distribuidora de una película, o quienquiera que sea que se encargue de traducir los títulos, opta por traicionar el original, sobre todo si es tan significativo como éste, aunque siempre habrá por detrás intereses comerciales, claro está. En este caso parece bastante evidente el deseo de relacionarla con un éxito de taquilla como “Memorias de África”, donde también hay una valiente cultivadora de café. Pero claro, no podían llamarla “Memorias de África II” porque hubiera resultado demasiado descarado, teniendo en cuenta, además, que la visión de África que se nos ofrece en ambos filmes es muy distinta.

En la de Sydney Pollack, situada a principios del siglo XX, en los tiempos dorados de la colonización británica, los dueños de las plantaciones son elegantes, aristocráticos, distinguidos y paternalistas; los paisajes de Kenya se presentan como salvajes pero idílicos y paradisíacos, propios para una historia romántica; y la tribu de los Kikuyu está formada por negros encantadores y avispados, pero relativamente sumisos, ignorantes, supersticiosos y fácilmente manipulables por su inteligente y culta ama blanca, a la que tienen que servir la cena con incómodos guantes blancos, pero por la que acaban sintiendo una gran simpatía, mientras sus hijos empiezan a recibir lecciones “civilizadoras” con una pedagogía al estilo de Europa del norte.

En la de Claire Denise, en cambio, estamos en la época postcolonial, con plantadores de café de ascendencia francesa. En ella se respira la incomodidad racial. Los negros no sólo no están dispuestos a someterse al colono blanco, sino que muestran a las claras su resistencia y antipatía hacia él y se le enfrentan cuando así lo consideran conveniente. La protagonista, Marie Vial, que dirige la plantación, no es tampoco una baronesa, sino una francesa plebeya que vivía, posiblemente en situación no demasiado boyante, en algún lugar a orillas del río Garona” -según cuenta el alcalde del pueblo cercano al cafetal- antes de llegar a África con su marido, cuando el suegro les hizo venir en principio con la idea de que Marie le sirviera de chacha en la propiedad. La presencia del paisaje africano, por otro lado, de bastante peso en la película, no es amable ni idílica, no hay lugar para el romanticismo edulcorado, sino árida, ardiente, polvorienta y pobre, aunque hermosa.

Lucie con los granos de café
No se dice exactamente el país africano en que acontece la película, pero tenemos dos datos al respecto: fue colonia francesa y el café que se cultiva en la plantación de Marie es Arábiga 100%. Podría ser Camerún, porque allí, además, vivió un tiempo la directora de la película, Claire Denis, y es lógico que intente plasmar en su cine experiencias que conoce. Ella también estuvo en Senegal, Somalia y Burkina Faso, porque su padre era funcionario al servicio del gobierno civil francés, pero en esos otros lugares no se cultiva café. De todas formas, tampoco importa la ubicación. El hecho de que Denis y su guionista la obvien nos indica que las cuestiones que aborda la película son aplicables a la mayor parte del continente africano (las secuelas del colonialismo, las guerras civiles o tribales, la pobreza, el racismo, la corrupción, el drama de los niños soldados, etc.). Y supongo también que así tiene un valor más ficcional que documental.

En esta cinta se sacrifica la claridad de la trama a las sensaciones, emociones y percepciones que son resultado de la experiencia visual, cosa que, pensándolo bien, tiene un cariz bastante cinematográfico, dado que el cine se basa en imágenes. Lo que sugieren éstas, acompañadas y apoyadas por una música ad hoc del grupo Tindersticks, es ante todo amenaza y violencia, latente más que explícita, desde el principio.


Al comenzar vemos a unos felinos corriendo, atravesando un camino, iluminados brevemente en la oscuridad por la luz de un vehículo. A continuación una casa en la que, enfocados también por la leve luz de una linterna, vamos atisbando parsimoniosamente los rostros serios y expectantes de algunos soldados, además de varios objetos, entre los que destacan dos máscaras ceremoniales africanas, de aspecto inquietante, hasta llegar a la cama donde yace un muerto, apodado “el boxeador”.

Máscara africana

Inmediatamente después, un chico blanco rapado y con tatuajes en el torso descubierto, tose fuertemente, encorvado, por el humo que le rodea. Un soldado negro le apunta desde la puerta de acceso, que cierra, dejando al chico dentro del habitáculo, entre las llamas. Luego, un fundido en negro donde aparece el título de la película. Esto, aparte de informarnos de que estamos en África, nos introduce en el ámbito de una situación violenta y peligrosa.
Soldado iluminado por la luz de una linterna

"El boxeador" muerto
Más tarde sabemos que se trata de un conflicto bélico civil entre partidarios del gobierno y los rebeldes a éste, a los que pertenece el líder “el boxeador”. Atrapados entre los dos bandos, los colonos blancos, dada la situación de peligro, son evacuados por el ejército francés, que también se retira y ya no puede protegerles.


Un helicóptero viene a dar aviso dos veces a la protagonista, Marie Vial, para que abandone su propiedad y vuelva a Francia con su familia. Pero ella, ciega a lo que se cierne, se niega, porque quiere recoger su cosecha de café, para lo que le hacen falta unos cuantos días más. Los trabajadores de su plantación (todos negros), en cambio, incluidos el capataz y su mujer, no dudan en huir, con bastante sentido común,, haciendo caso omiso de las peticiones de Marie para que se queden, en las que les acusa de dejarse intimidar, añadiendo que es ridículo tener miedo. Como resultado, ella decide ir al poblado a buscar otros empleados que le ayuden a cosechar.

Marie intentando retener a sus trabajadores en la hacienda
La guerra también está abordada con luces de amenaza e imágenes de cuerpos heridos y  sangre, más que de acción y enfrentamiento directo entre los contendientes, para que resulte más desasosegante y perturbadora. Se sugiere más que se explicita. No se trata de una epopeya bélica llena de batallas, de carros de combate, de ruidos atronadores, sino que vemos un ir y venir de grupos armados con rifles en ristre, soldados gubernamentales o niños rebeldes, en camiones, o al acecho entre los árboles de las colinas; una chancla, una camisa roja y una radio encendida en el camino, objetos que encuentra Marie, cuyo dueño no sabemos qué destino habrá tenido; un guerrillero aislado sobre un árbol que cae sobre el enemigo; gente que se agazapa y se esconde, como el líder “el boxeador”; víctimas asesinadas que yacen entre moscas, como las de la iglesia; y, lo más terrible, el culmen de un crescendo, el degollamiento silencioso, a filo de navajas, espadas y machetes, de niños soldados que duermen en la plantación de Marie, drogados por unas medicinas que han robado e ingerido.

Niños tomando pastillas

Marie Vial es apuntada varias veces por armas, pero ninguna se dispara. Sólo en dos ocasiones se oyen detonaciones, una de ellas al aire, cuando dos niños asaltan al hijo de Marie, Manuel. En la otra, casi al final de la película, una adolescente rebelde mata con una pistola a uno de los trabajadores a los que Marie lleva de regreso al pueblo, obligada a punta de escopeta. Es el mismo que la apuntaba a ella y cuyo sueño era comprarse una moto para poder marcharse. 

Los trabajadores obligan a Marie a regresarles al poblado
La acción, que empieza y acaba en el mismo punto y lugar de la noche de autos donde el ejército quema al joven (Manuel, el hijo de Marie), transcurre morosa, recreándose a veces en imágenes estáticas y otras veces en escenas dinámicas y algo desenfocadas, pero eso no impide que la tensión vaya aumentando paulatinamente, sobre todo en la segunda mitad de la película, hasta socavar el valor de la protagonista, inmersa en el conflicto.

Manuel entre las llamas

Los acontecimientos más importantes de la línea argumental se presentan a saltos, de forma algo deslavazada, elíptica e inconexa, lo que provoca una sensación caótica y de sinsentido. Hay una gran ambigüedad en todo el planteamiento. Creo que es un efecto que busca intencionadamente la cineasta: crear una atmósfera de delirio, de incoherencia, de locura (la locura de un continente africano que convierte en asesinos a los niños, lleno de terribles conflictos y contradicciones sin resolver donde anima la barbarie) a través de la discontinuidad, de la desarticulación. Para eso también se sirve de la desconexión causa-efecto en los personajes; es decir: desconocemos las motivaciones internas, las causas o razones que llevan a los protagonistas a realizar algunas de sus acciones, con lo cual también los aleja del espectador, deshumanizándolos a favor de una irracionalidad animal. El espectador puede elucubrar, ofrecer su propia interpretación, pero, en el fondo, queda la inconsistencia, el misterio, lo inaprensible, y dentro de ello la intuición de la existencia de pasiones convulsas donde anida algo cruel, brutal, violento y feroz. Los diálogos son muy escasos pero significativos, porque son los únicos que te aportan, de forma bastante sutil, alguna pista y te permiten atar algunos cabos sobre la trama.

A continuación, pasaré revista a lo que la directora nos cuenta sobre los personajes, en el orden que mejor me viene para desarrollar a la vez mi apreciación de la trama (entre paréntesis los nombres de los actores que les dan vida, no todos):

EL PAISAJE

El decorado de la película es un personaje más y contribuye a la incomodidad atmosférica. Se nos muestra, en planos largos, un lugar hermoso, pero calcinado por el sol, con tierras rojizas y abrasadas, con árboles agostados (aunque también hay cierto verdor de jungla en algunas zonas), con caminos sin asfaltar en los que el polvo se levanta agresivo ante el paso de cualquier vehículo. Un ejemplo lo tenemos en la escena del helicóptero. Marie queda totalmente envuelta en la nube de partículas. Igualmente tenemos pasajes en los que el humo domina la pantalla, como en el que el ejército quema la hacienda de Marie Vial, dejando a su hijo Manuel encerrado dentro. En secuencias donde la cámara enfoca un primer plano, el fondo se ve borroso, como velado por una neblina. Es decir: polvo, humo y un marco nebuloso actúan como protagonistas para reforzar el ambiente de amenaza e imprecisión, donde cualquier cosa, posiblemente terrible, puede ocurrir. Veamos esto en algunas imágenes:

La polvareda que levanta el helicóptero

Humareda
Tierra calcinada
Tierra roja


Asimismo, en el entorno de la película domina la pobreza: una arquitectura de pequeñas casas, posiblemente con comodidades precarias; barracones de los trabajadores en la plantación donde se hacinan en jergones dispuestos en el suelo; pequeños autobuses de transporte público atestados (los Picolino), etc. Más imágenes:

Detalle del pueblo
Marie en el autobús "El Picolino"

LOS ASALTANTES DEL CAMINO


Son vecinos de la zona, todos conocidos de Marie, como el profesor de gimnasia de su hijo Manuel que, una vez empezado el conflicto, actuando como una guerrilla, se dedican a parar a los vehículos que pasan por el camino, poniendo una cuerda como barrera y amenazándolos con armas, para exigir un peaje a los ocupantes. A Marie le sacan cien dólares.

El salteador que era profesor de gimnasia de Manuel


En otro momento, un soldado del ejército que realiza una inspección en el autobús local, donde viaja Marie, le echará en cara a ella que haya cedido a ese chantaje: “¿Cien dólares a esos matones? No me extraña que se crean por encima de la ley. Eso es lo que dispara la corrupción. Por culpa de gente como tú no hay decencia en este país”. Marie se defiende tímidamente diciendo: “Tenía que pasar. Todo el mundo paga”. No sé si el soldado se ensaña con ella por ser blanca, porque, lógicamente, si te apuntan con armas desde las dos ventanas de tu coche y te amenazan con reventarte la cabeza, tienes que ser un héroe suicida para no transigir con lo que te piden. El soldado en ningún momento se plantea la responsabilidad del propio ejército por su incapacidad para proteger a los civiles de la corrupción de los violentos. Su comentario nos parece del todo injusto con la protagonista, más producto del rechazo racial.
Un soldado reprendiendo a Marie por pagar bajo amenaza

EL BOXEADOR (Isaach de Bankolé)


Es un personaje misterioso y, en buena medida, solitario. Un líder de los rebeldes, cuyo lema, que lleva tatuado en un brazo es: “Jamais K.O” (“nunca vencido”). Es considerado un héroe, una leyenda, tanto por la gente del pueblo, en el que una pintura de su imagen preside una fachada, como por los niños que le siguen. Pero no sabemos nada de sus hazañas, ni de dónde viene, ni qué le mueve realmente, excepto su oposición al poder establecido. Lo que sabemos de su carácter es que se muestra bastante circunspecto, reservado, silencioso y comedido. Las únicas huestes que le conocemos son las de los soldados infantiles, cosa que no sé si dice mucho a favor de él, aunque hay que tener en cuenta la mentalidad africana. En todo caso, no se ve un ejército formal ni fuerte que el boxeador lidere y que pueda competir con el del gobierno. Sin embargo, los del poblado consideran que su presencia es necesaria para su bienestar y así lo manifiestan cuando creen que ha muerto: “Dicen que han matado al boxeador. Es malo para nosotros. Ahora todo irá de mal en peor.” Asimismo, Jeep, el adolescente que le sirve de lugarteniente, expresa su admiración hacia él con estas palabras, cuando intenta jugar a que le pilla desprevenido: “Lo sabía. No podía liquidarte tan fácilmente. A ti no, al gran “boxeador” no. Antes me decía: “Si tuviera la oportunidad de conocer al boxeador y de luchar por él, no le pediría nada más a Dios.””
Mural del "boxeador" en el poblado
El boxeador parece más bien alguien bastante hábil y escurridizo, que vive en la clandestinidad, huyendo continuamente, escabulléndose, actuando en la retaguardia a modo de guerrilla y socavando de alguna manera el poder gubernamental. En realidad es casi una incógnita. Al final, herido gravemente, se dirige hacia el lugar en que nació, donde vive su tío Jean Marie, del que comenta a Marie, que le ha reconocido: “Sé que se alegrará de verme”. Se esconde y busca cobijo en la hacienda de los Vial y allí muere, en la cama de Manuel.


JEEP (Ali Barkai) Y LOS NIÑOS REBELDES

Jeep
Jeep es el gran admirador de el “Boxeador”. Un adolescente que comanda la milicia de niños, más pequeños que él. En occidente, tal cosa sería imposible ahora mismo, aunque puedan existir bandas urbanas de adolescentes que gusten de la violencia, pero no tan niños. Sin embargo, en África, el desamparo de los pequeños, huérfanos o de familias demasiado pobres para protegerles, debe ser bastante común, por lo que se ve. Se desenvuelven desde muy corta edad por sí mismos. En la película, sin dejar de ser niños, desposeídos y rodeados de violencia y odio, son víctimas que se convierten en asesinos y, en último lugar, acaban como tales víctimas.

En el ejército infantil no hay un plan preconcebido de ataque, una estrategia de lucha o defensiva, sino una acción caótica, producto del momento. Tampoco hay un enemigo claro y único, que podría ser el ejército del gobierno, sino todo aquél que tenga cualquier posesión que deseen o se les interponga. Es decir, lo mismo se desenvuelven como guerrilleros contra el ejército, que allanan una propiedad para robar, que amenazan a la gente del pueblo que va en el camión que quieren requisar, o que atracan una farmacia para apropiarse de las medicinas, matando a los dueños. Son niños, al fin y al cabo, que juegan a ser soldados y que desean tener cosas. Ningún ejército bien entrenado se atiborraría de drogas en plena contienda, para debilitarse. Y ellos sí lo hacen, como un medio de evasión, colocándose en disposición de ser aniquilados, como así ocurre.

Niños soldados rebeldes
El único que parece ser que sobrevive a la matanza, Jeep, huye solo, con el rostro herido. Su imagen es la última que vemos en la película, guardando como una reliquia en un bolsillo el gorro rojo de su héroe muerto: el “boxeador”.

Imagen de la matanza de los niños


LA RADIO. EL LOCUTOR REBELDE


La radio de la farmacia
La radio ocupa un lugar importante en la película. Por lo visto, debe ser el medio de comunicación y de acción de masas por antonomasia de África. Hay radios por todos lados. En cambio no vemos ninguna televisión ni periódico.

La radio no sólo da cuenta de la situación, sino que arenga a la población hacia un determinado movimiento.

Tenemos algunos ejemplos, como el del locutor francófono que avisa del peligro a los colonos: “Creedme: la situación es peligrosa, y hay que marcharse ya, porque la cosa va mal. Como acabemos atrapados entre el ejército y los rebeldes, la muerte está asegurada”. Marie, que está escuchándole y que no tiene disposición alguna para aceptar nada que la aleje de sus tierras, le quita todo el hierro al asunto, muestra su escepticismo y comenta: “Dice que es peligroso, pero ¡qué sabrá él!. ¡Si creyésemos todo lo que dicen por la radio!
El locutor rastafari
El locutor que más peso tiene en el filme es una especie de rastafari, amigo de la música de Bob Marley y simpatizante de los rebeldes. Da discursos a la población sobre cómo deben de comportarse, a la vez que muestra su animadversión por los blancos y por el gobierno, y también anima a los niños a unirse al “boxeador”. Es un charlatán, que previene contra los charlatanes, ironías de la vida. Aquí pongo dos de sus manifiestos:

“....Hacedlo con tranquilidad. Todo el mundo tiene derecho a su parte (creo que se refiere a la rapiña que se puede producir en las casas abandonadas por los que huyen). No olvidéis jamás que lo que el destino ha previsto para cada uno de nosotros, nadie lo puede cambiar. Cuidado con los impostores, con los charlatanes, con los timadores. Para la basura blanca se acabó la tranquilidad. Se acabaron los aperitivos a la sombra de las barandas, mientras nuestros hermanos sudan sangre y agua. Se van y hacen bien en estar asustados. Nuestros dirigentes ya están temblando, y cierran sus maletas repletas de todo lo que acumularon mientras vosotros pasabais hambre.”

“Escuchadme bien niños, donde quiera que estéis. Escuchad atentamente lo que os voy a decir. Escuchad mis palabras, chavales intrépidos. El boxeador ha regresado. Está bien escondido. Id a su encuentro, uníos para localizarlo.”

El ejército gubernamental localiza a este locutor y lo mata. Un soldado ocupa su lugar ante el micrófono para decir: “Hemos retomado el control de la situación. Los rebeldes ya no dominan la región. El sector norte está despejado y vamos a seguir con la limpieza.” A continuación informa de que el “boxeador” se esconde en un cafetal y que van a tomar medidas al respecto. Esto despierta la reacción airada de los nuevos trabajadores de la plantación que Marie reclutó en el poblado. Piden volver a sus casas a toda costa, por miedo a las represalias del ejército.


ANDRÉ VIAL (Christopher Lambert)

André

Es el ex-marido de Marie y padre de Manuel. Está casado en segundas nupcias con la joven africana Lucie, con la que también tiene un hijo, José. El actor, Christopher Lambert, está muy convincente en el papel.

Ambas partes de esta familia un tanto disfuncional, porque aunque en principio parece que hay buena armonía entre ellos, en el fondo existen rencores enquistados, viven en la misma plantación, pero en distintos edificios, enfrentados. En el que está André con su nueva mujer es de reciente construcción.

André y su hijo Manuel
Es el personaje, digamos, más sensato de la familia y el elemento conciliador, que da a cada uno su razón cuando la tiene y que parece apreciar a todos. No está tan arraigado a la tierra como Marie, que es la que lleva los pantalones en la plantación, y piensa que “la vida es más importante que el café”.Tampoco está dispuesto a dejarse odiar por sus convecinos para mantener su cafetal, ya que, a diferencia de Marie, cree que ya no es rentable y que no vale nada.
André y su hijo José
Su intención es sacarlos a todos de África y llevarlos a Francia, incluida Marie, a pesar de ella misma, para ponerlos a salvo. Y para eso está dispuesto a ceder la tierra al gerifalte del pueblo y a pagar a su milicia para que les proteja en el camino. Pero su pretensión choca frontalmente con las pasiones y deseos de las dos partes de la familia a las que sirve de enlace y, consecuente y desgraciadamente, atrapado entre ellas, como los colonos franceses entre los dos frentes africanos, pierde su vida en el empeño, rodeado de los pasaportes que no van a utilizar.
André eliminado
Eso es lo que he visto yo del personaje. Pero teniendo en cuenta que hay muchas elipsis en la trama, es posible que si se manifestaran las circunstancias ocultas podrían mostrar otra cara del personaje. Por ejemplo, Marie descubre que ha desaparecido todo el dinero de la caja fuerte. Yo supongo que lo ha cogido André para pagar a la milicia del alcalde, pero tampoco sabemos si tiene otras intenciones. Además, también podría haberlo incautado Henry, el padre, o haberlo robado cualquier otra persona. Estas cosas no se aclaran en la película. Muchos hechos quedan totalmente velados.


LUCIE, JOSÉ (Adèle Ado y Daniel Tchangang)y ELIZABETH

Lucie
Lucie y  José son la nueva mujer africana de André y su hijo, respectivamente. Elizabeth no tengo muy claro quién es, si una empleada del hogar de la casa de André o un familiar de Lucie.

Por los diálogos sabemos de Lucie alguna cosa:

  • Aunque, supuestamente, trabaja recolectando en la plantación, no tiene acceso a la caja fuerte donde se guarda el dinero, de la que sólo poseen llave Marie y André, no sé si Henry. Es decir: a pesar de ser la mujer legal y actual de André, está supeditada a la dirección del negocio que recae en Marie, la primera mujer. No pincha ni corta en nada. Eso, quieras que no, crea tensiones.
  • Cuando habla de Manuel, el hijo de Marie, comenta un tanto condescendiente: “Es un buen chico, pero algo blandengue”. Y añade que al cosechar, Manuel coge tanto el grano verde como el maduro, que no sabe distinguir o no le importa. Eso despierta la irritación de Marie que le propone como un trato: “Tú no hables de mi hijo y yo no hablaré del tuyo”. Pero Lucie le contesta: “El mío es otra cosa”, dándole a entender que no hay nada que pueda criticar ella de José. Mal rollo,
Manuel atacando a Elizabeth

Más tarde tiene lugar la escena brutal en la que Manuel le hace tragar su pelo a Elizabeth. Ésta le espeta, mientras vomita el pelo: “Lárgate, perro sarnoso. Esta ya no es tu casa. Tu padre lo ha vendido todo, lárgate...Estás enfermo”. Henry, el abuelo de Manuel, que vive con ellos, se une a Elizabeth con palabras similares: “Lárgate, mierda de crío, lárgate”. Esta situación familiar no ha podido nacer de la noche a la mañana, sino que ha habido un caldo de cultivo de odio que se ha ido desarrollando hasta alcanzar ese clímax.

Marie y André recogiendo a José en la escuela

Respecto a José, es un niño de entre nueve y once años, bastante prudente y encantador, por lo que se ve. Cuando Marie va a recogerle a la escuela, en un momento en que todo parece armónico en la familia, ella hace esta observación sobre su carácter: “Contigo nunca hay problemas, ¿eh, José? Todo parece sencillo contigo”
Manuel agresivo con José
Sin embargo, la relación con Manuel, no parece que sea idílica, desde luego. Las miradas calladas de José esconden algo de desprecio hacia su hermanastro y viceversa, en mi opinión. Y después de la escena que hemos comentado, en la que también José recibe su parte de afrenta, yo entiendo que se fragua un plan o una conspiración entre Elizabeth, Lucie y su hijo, a la que, posiblemente se une, Henry, el abuelo, ya que ven su vida y su futuro en peligro. Pero todo eso queda elíptico, no se cuenta en la película. Sólo vemos en la verja de salida de la plantación a Elizabeth, que se despide de José y se monta en una moto con dos nativos. No sabemos para qué ni hacia dónde va. Mientras, José se sube al tejado de la casa y corta los cables de la electricidad y del teléfono, para dejar la propiedad aislada y a oscuras.
Elizabeth despidiéndose de José en la verja

CHÉRIF (William Nadylam)


Es el alcalde del pueblo. Un astuto e inteligente político que hace y deshace a su manera, sin excesivos escrúpulos, me parece a mí. Una especie de chamán-jefe de la tribu, porque también realiza sus pinitos en la adivinación esotérica tradicional africana. Como representante del estado, es equivalente, a nivel local, a los corruptos y dictatoriales presidentes que han gobernado en los países africanos, viviendo con toda pompa y boato, mientras el pueblo pasaba hambre. A chérif no le falta un perejil en su casa de toda la “basura blanca”, incluida la Fanta de naranja que ofrece a su hija.
Momento Fanta de Chérif y su hijita
En la entrada de su casa hay carteles con su foto, donde se puede leer: “El alcalde es bueno para vosotros” o “El alcalde resiste”

"El alcalde resiste"

Hay dos conversaciones que nos muestran la personalidad un tanto retorcida de Chérif. La primera es con André, cuando intenta venderle la plantación:

CHÉRIF: “Se llevará un buen chasco (se refiere a Marie) cuando se entere de que has venido a venderme la plantación. Le estás haciendo una putada.”
ANDRÉ: “No, la protejo de sí misma. El negocio ya no es rentable. Y no pienso dejarme odiar por un poco de café. Además, hoy en día la plantación ya no vale nada.”
CHÉRIF: “Me alegra oírte decir que la plantación del viejo ya no vale nada. Vivís aquí gracias a mí, si no os estaríais pudriendo a las orillas del Garona.”
ANDRÉ: “Tampoco hay que exagerar.”
CHÉRIF: “André, todo está decrépito, es un asco. Además tu casa está mal hecha. En seis meses os llevará dentro. De todas formas, ya era tarde cuando empezaste a construirla. Fue entonces cuando debiste marcharte, con tu mujer y con José. El terreno es precioso, desde luego. En fin, teniendo en cuenta el dinero que me debéis, primero debería requisar la plantación y segundo hacer que os expulsaran. Y aún así nos deberíais dinero al estado y a mí. Venga, dile a tu padre que firme, o este papel no valdrá nada.”

Se supone que André tiene en Chérif un amigo al que acude para que le ayude en la repatriación. Sin embargo, Chérif, aprovechando la coyuntura, no duda en restregarle lo que ha hecho por ellos y en amenazarle con requisarles la plantación y expulsarles. Es decir, no tiene intención de pagar nada por ella. No obstante, luego, para mostrar su benevolencia y buena disposición de amigo, le ofrece a André su guardia personal para que les preste protección en el camino, pero previo pago, claro.

André, al ver la guardia personal, que está compuesta por unos pocos hombres, pero bien entrenados y fuertes, se carcajea un poco, porque no le parecen suficientes para hacer frente al movimiento rebelde. Sin embargo, Chérif, le hace presenciar una demostración de fuerza, haciendo que sus hombres respondan a sus consignas con gritos de obediencia:“Liquidaremos a los rebeldes”-es la proclama que se escucha con fiereza entre la guardia-
"Liquidaremos a los rebeldes"

La segunda conversación es la que mantiene con Marie, cuando la lleva de vuelta a la plantación, una vez que ella ha decaído en su ánimo, por todos los acontecimientos que han ocurrido:
Chérif lleva a Marie en su coche

CHÉRIF: “La palidez extrema parece atraer la mala suerte (le dice en relación a su hijo Manuel, mientras acaricia su pelo). Es algo que apetece destruir. Los ojos azules son molestos. Y eso que es su país. Él nació aquí. Pero el país no le quiere.”
MARIE: “El boxeador se esconde en mi casa.”
CHÉRIF: “Lo sé.”
MARIE: “Para el coche, quiero volver sola.” (creo que se siente amenazada)
CHÉRIF: “Tssss”

Marie, que siente que aquél es su lugar y su tierra, empieza a darse cuenta de que, en realidad, a pesar del tiempo que llevan afincados, no son queridos allí, ni siquiera por su amigo Chérif, con el que, por una imagen en flash back, podemos entender que mantiene una relación bastante íntima y cómplice, no sabemos hasta qué punto de intimidad. En esos pretéritos momentos, Marie, que siempre defiende a su hijo con uñas y dientes ante los comentarios negativos de la gente, sin embargo consiente a Chérif, y le ríe la gracia, cuando afirma que Manuel es un perro y que está a medio hacer.

El alcalde hechicero

Marie relajada en una escena retrospectiva con Chérif


HENRY VIAL (Michel Subor)

Henry, el suegro de Marie

Es el padre de André, abuelo de Manuel y de José. Es un personaje intrigante y no cae nada simpático al final. Con la bata roja de casa, paseándose por la propiedad e imitando el ruido de los cerdos, parece el coronel Kurt de “El corazón de las tinieblas” de Conrad, mientras se despliega ante nosotros “¡¡el horror, el horror!!”
Henry en el baño

Sobre él tenemos dos diálogos, muy breves, pero jugosos. Uno es con Marie, en el hospital, cuando ella va a llevarle unas medicinas, ya que tuvo un arrechucho la noche anterior:

Marie visitando a su suegro en el hospital

MARIE: “Mañana lo sacaré del hospital y lo instalaré en casa de André. Tiene aire acondicionado”
HENRY: ”Marie, yo nací aquí. Tu vieja chabola es mi hogar y ahí es donde me siento a gusto. La plantación es tuya, todo es tuyo.”

Está claro que Henry quiere estar en su vieja casa con Marie, a la que ha dado plenos poderes sobre su propiedad. Sin embargo, Marie, que bien comenta después que “no es agradecida”, no está dispuesta a servirle de chacha al suegro y se lo endosa a la nueva pareja de André, Lucie, con la excusa del aire acondicionado. Supongo que para el viejo resulta una traición imperdonable, aunque nada se manifieste ni diga a ese respecto. Sólo se insinúa ahí, con esa sutileza.

Más tarde, tiene lugar una conversación con el hijo, André, en estos términos:
André y Henry, su padre

HENRY: “Hay muchos de nuestros huesos enterrados aquí. ¿No me irás a abandonar?”
ANDRÉ: “Siempre me he ocupado de ti. Venga, firma aquí.” (se refiere a la escritura de venta de la plantación, supongo)
HENRY: “¿Y el dinero?”
ANDRÉ: “¿Qué dinero?”
HENRY: “¿Quién paga?.........Chérif es muy listo, ¿sabes?. Mucho más listo que tú.”

Como he comentado antes, André le ofrece la plantación al alcalde del pueblo, Chérif, para poder salir de África y volver a Francia. Henry, que es tan listo como para adivinar, ante el silencio de André, el ruinoso trato con Chérif, se ve amenazado aquí por segunda vez. ¿Le abandonará su hijo sin nada, igual que Marie le ha postergado a casa de Lucie? Esa es la pregunta que se hace, supongo. Y, aunque André lo niega, Henry seguramente no se fía. No sabemos si firma o no el documento, pero mi hipótesis es que no, aunque Elizabeth diga a Manuel que su padre ha vendido la propiedad. Yo pienso que Henry, a partir de ese momento, toma partido por la familia negra de André: Lucie y José, como apoyo para la vejez, para salvaguardar la propiedad y volver a reinar sobre la misma. Y, consecuentemente, empieza a intrigar en contra de la parte blanca: André, Marie y el mierda de crío de Manuel. Posiblemente haya enviado a Elizabeth para denunciar ante Chérif la presencia del “boxeador” y de los niños rebeldes en la plantación y para hacer algún trato con él a cambio. Con el fin de dejar la casa aislada y a oscuras, a merced del ejército, evitando que haya chivatazos, hace a José cortar el cable de la luz y del teléfono. El caso es que la milicia del alcalde, al entrar en la propiedad, respeta la vida de Henry, por cuyo lado pasan con tranquilidad y alguna mirada cómplice, pero no la de André ni la de Manuel, que son sacrificados. Hasta qué punto Henry aprueba la muerte de su hijo, no lo sabemos, aunque la de su nieto no parece que le importe, al verle carbonizado en el suelo.


MANUEL VIAL (Nicolás Duvauchelle)


Manuel es el hijo de Marie y André. Chérif lo define así: “Su espíritu está fuera de su sitio, se ha convertido en un perro. Hiciste una chapuza, lo hiciste a medias” -le dice a su madre-. Ella incluso duda de que no esté loco. Nicolás Duvauchelle, que interpreta al personaje, hace muy bien de niñato psicótico.

Para mí Manuel representa el drama de la falta de identidad y de la ausencia de horizontes. Es un ser que no pertenece a ninguna parte. Ha nacido en África, pero no forma parte de ella, porque no se le acepta ahí.
Manuel el durmiente y su madre


En principio se nos muestra como un personaje abúlico, que duerme durante todo el día, sin ningún interés por nada. No procura ninguna ayuda a su madre, aunque ésta le recrimina que “holgazanear a su edad es despreciable”. Es un “Nini”. Ella quiere enviarle a Francia al año siguiente para ver si se produce algún cambio a mejor.

Luego, en una escena que representa el eje de la película, el ecuador, hay un cambio rotundo, a partir del cual la tensión aumenta, y la locura se convierte en la protagonista de la acción, no sólo para este personaje.
Los niños que amenazan a Manuel

La escena en cuestión es cuando Manuel es amenazado por dos niños negros, armados con machetes y lanzas, que le llaman “perro maldito” (eso es lo que he entendido, aunque no lo he oído bien) y le cortan un mechón del cabello rubio, que huelen curiosos.
Manuel se rapa

Luego de esa humillación, Manuel reacciona con una actitud absolutamente delirante, extraña, psicótica, autista. Primero se dirige a la casa donde viven Lucie y su hermanastro José, se encierra en el baño y se rapa la cabeza. Sale desafiante, con un rifle, y agrede a Elizabeth, a la que obliga a tragar parte de su pelo, que se ha guardado en el bolsillo (no le sentó muy bien que los niños le cortaran el mechón para olerlo, no). Y a José también le hace un gesto desagradable. Actúa como un racista, con un estilo neonazi bastante evidente, incluso por los tatuajes.
Manuel siguiendo a los niños rebeldes

Más tarde, sin saber muy bien por qué, cambian las tornas. Se une al ejército de los niños rebeldes, que en principio no le quieren, pero a los que convence diciendo que conoce el paradero del “boxeador”. Les ofrece la comida que hay en las despensas de su casa, como si fuese el perroflauta de una ONG subvencionada por un organismo gubernamental de un estado blanco. Juega con ellos y comparte las medicinas que han robado de la farmacia.

Manuel es un personaje escindido, contradictorio, esquizoide, incoherente, disparatado: amo blanco y rebelde negro. Y no es de extrañar porque, por un lado, está sobre-protegido por su madre, que piensa que sin ella está desamparado, que no sabe arreglárselas solo: el niño mimado blanco. Y por otro lado, recibe el rechazo latente del entorno africano, en el que querría ser aceptado como uno más.


MARIE VIAL (Isabelle Huppert)


Marie, la protagonista, a diferencia de su hijo, sí tiene una clara identidad, la de la tierra, que defiende contra viento y marea, rechazando cualquier aviso o noticia, por muy alarmante que sea, que pueda alejarla de ella. Es la  negación personificada al peligro y a la amenaza. Si en la radio se dice que la situación está mal, ella manifiestan que son unos ignorantes. Si sus trabajadores huyen por el miedo, es que se están dejando intimidar tontamente. Si encuentra una cabeza de carnero entre los granos de café, signo inequívoco de una amenaza de muerte por esos pagos, la entierra para que nadie la vea. Y así sucesivamente, hasta que se abre a la realidad y se desploma emocionalmente. Ella es feliz en la plantación y allí quiere permanecer.  Hay una escena de plenitud muy bonita, en la que Marie, sobre la moto, con la cara hacia el sol y los brazos abiertos, disfruta de lo que le rodea.


Isabelle Huppert interpreta a Marie con eficacia. A pesar de su aspecto frágil, da perfectamente el tipo de mujer enérgica, activa y con carácter, gracias a sus rasgos angulosos y a su actitud decidida, que se manifiesta bastante en el gesto de su boca. No en vano hace muchas veces papeles de antipática y de medio psicópata. No obstante, he observado que, cuando la apuntan con un arma de fuego en la película, no mueve ni un músculo, como si no fuera con ella; ni siquiera tiene el impulso instintivo al principio de escorarse un poquito hacia el lado contrario al arma.

Volviendo al personaje, no se sabe cómo Marie ha llegado a regentar el cafetal. Posiblemente haya ocurrido por ser una mujer voluntariosa y trabajadora, en la que Henry ha visto una digna heredera, dado que André, el hijo, no parece mostrar el mismo interés por la tierra. Marie no es la blanca que toma aperitivos a la sombra de una baranda, esas de las que habla con desprecio el locutor rebelde, sino que trabaja como una mula en su plantación, al mismo ritmo que sus empleados. En ese sentido, rompe las barreras que separaban, en la época colonial, al amo blanco del trabajador negro. Estamos en otra época muy distinta, y yo creo que Marie se intenta integrar en el entorno en condiciones de igualdad con los nativos, pero no lo consigue del todo. Por eso, cuando el helicóptero del ejército francés aparece y lanza los kit de supervivencia, ella piensa como una negra, refiriéndose así a los franceses que la instan a abandonar su tierra: “Esos blancos, esos malditos blancos. Nos jugamos la piel por ellos. Y ellos nos desprecian. Son como nuevos ricos pretenciosos, arrogantes e incultos. No se merecen la tierra extraordinaria en la que viven. Juraría que ni siquiera saben apreciarla.” Curiosamente, es lo mismo que piensa de ella el conductor del helicóptero y sus voces se enlazan.

Pero como he dicho, Marie no consigue del todo su integración. Su comportamiento a la postre es el del amo blanco que se preocupa más por la cosecha que por la seguridad de sus trabajadores y por la situación de sus familias. El capataz, Maurice, expresa la diferencia: “¿Crees que el helicóptero ha venido por diversión? El helicóptero ha venido expresamente a por ti y tu familia, no a por nosotros”. La mujer del capataz también le comenta ofendida cuando ella le pregunta por sus hijos: “Hace tiempo que los pusimos a salvo, ¿o es que ni siquiera te habías dado cuenta?” Lo mismo ocurre con los trabajadores nuevos que se trae del poblado. Sienten que ella les ha manipulado, sin tener en cuenta sus vidas y que tampoco disfrutan de las mismas condiciones que la dueña. Eso aparte de ser blanca, que también influye aún en el ánimo de los africanos que fueron colonizados.

Las voces de los africanos ponen un punto de sensatez ante el empecinamiento insensato de Marie: “Tiene razón André: la vida es más importante que el café”-manifiesta el capataz- “Cuando algo no te pertenece, sólo tienes aire”-comenta un trabajador del pueblo, cuando Marie les informa de que dirige la hacienda, pero que no es la dueña- “¿De qué sirve el dinero si te cortan la cabeza?” -exclama otro trabajador-

De todas formas, las motivaciones de Marie para actuar como lo hace son bastante claras y profundas, a diferencia de otros personajes, y se pueden entresacar de estas frases y diálogos:

“Tu padre dice que no me conformo con ser feliz (le dice a su hijo Manuel). No tengo otro sitio donde ir. Este café es mío y no renunciaré a él. Eres mi hijo, no puedo dejarte a la deriva. Sabes que no te dejaré jamás. ¿De qué sirve todo esto?. Cuando tu abuelo me hizo venir aquí, pensó que ya tenía quién le hiciera de chacha. No soy muy agradecida.”

“¿Cómo podría mostrar mi coraje en Francia? Sería ridículo, no significaría nada. Me dejaría llevar y me acostumbraría a la comodidad.” Esto se lo dice al boxeador, con el que mantiene una breve conversación.

También se manifiestan en este diálogo con Jean Marie, el tío del boxeador:

MARIE: “Jean marie, ¿y tú, no piensas marcharte?”
JEAN MARIE: “Soy viejo, no podría acostumbrarme a otro lugar.”
MARIE: “Yo tampoco podría acostumbrarme.”
JEAN MARIE: “Lo tuyo no tiene nada que ver, nada que ver. Tú lo que no quieres es que te quiten lo tuyo”
MARIE: “Tal vez tengas razón.”
Marie y Jean Marie de cháchara
Luego, una serie de hechos violentos, como el asesinato de los farmacéuticos, por los niños rebeldes (se observa que llevan puestos objetos que son propiedad de Marie: un vestido y unas joyas) y también el de uno de los trabajadores que Marie lleva de vuelta al poblado, van minando su valor. Los niños le requisan la camioneta y el autobús no quiere parar en su plantación. No ve la forma de volver a su casa a buscar a su hijo y se siente perdida y cansada. Cae emocionalmente deshecha en brazos de una amable y comprensiva mujer negra, que la consuela y a la que pide que la lleve a su casa. Entonces aparece Chérif y es el que la acompaña parte del camino en su coche.

"Estoy cansada"-expresa Marie-
Posteriormente, al final de la película, la vemos encaramada en el techo de su casa observando a su suegro ante el cadáver achicharrado de su hijo Manuel.
El cadáver calcinado de Manuel
 Ni corta ni perezosa, acaba apaleando al suegro en la nuca con saña. Aquí se ha producido una elipsis tremenda. No resulta posible que Marie llegue y sin más ni más, sin una explicación, se disponga a golpear al suegro con tal violencia. Ha tenido que ser informada previamente por alguien de lo que ha pasado o deducir alguna culpabilidad del suegro por algo que haya visto u oído. Lo que no sabemos exactamente es de qué o de quién obtiene la clave (¿quizá Chérif?), aunque mi hipótesis de las razones para que Marie actúe así ha quedado expuesta antes. Es la reacción ante una maquinación del suegro, apoyado por Lucie, José y Elizabeth, para eliminarlos, conspiración que ha terminado con la vida de Manuel y André. En fin, un drama en el que la "ama blanca" de la plantación sufre una desintegración y una hecatombe familiar y personal en un lugar en el que ningún blanco es apreciado. Ante el horror de lo ocurrido, el café deja de tener importancia, por supuesto. Marie ha perdido su batalla y su puesto, convirtiéndose en una víctima y también en una asesina.


Marie apaleando a su suegro
En resumen, estamos ante una película difícil, árida como su paisaje, con un estilo muy personal que, si bien tiene valores cinematográficos de enorme interés, por los cuales podemos calificarla con alta puntuación, puede resultar un truño para algunos, por su lentitud, a pesar de la tensión latente, y por sus saltos y elipsis argumentales, todo lo cual no es ningún defecto en sí, ni mucho menos, claro está. A mí me ha gustado bastante, pero, aún reconociendo su elevada categoría, debo confesar que me ha puesto de los nervios tanto apelar a los sentidos, a la sinestesia de las imágenes y del sonido, tanta sutileza e indeterminación en el tratamiento de la trama y de los oscuros móviles de los personajes.

No obstante, no puedo criticar mal que Denis haya querido espolear el imaginario de los espectadores, nuestra capacidad de crear ficción, de rellenar huecos, de esa manera. Pero aún así el misterio permanece.

La directora nos ha llevado de acá para allá, como metidos en una turbulencia, recibiendo sensaciones mentales e intentando aplicarles un orden y un sentido, y eso es un mérito. Lo más curioso es que, a pesar de la ambigüedad, la película mantiene una rara cohesión que no sé muy bien dónde reside y que podría calificar de mágica.

De todas maneras, creo que, para el tema que se trata en la película, se pueden conseguir otros y mejores efectos con planteamientos menos fenomenológicos, que no dejen a los personajes tan en el aire. Más aún cuando la película no conmueve en ningún momento, a pesar de la dureza de algunas imágenes, como las del degollamiento de los niños. Tampoco permite identificarte con nada ni con nadie, que eso siempre te hace más cercana la ficción, sino sólo colocarte en una situación de fría incomodidad y desazón.

Muy buena, pero no es una obra maestra, en mi opinión, aunque se acerca. Pero si cualquier otra persona piensa diferente o todo lo contrario, seguro que también tendrá razón, jejeje.

No hay comentarios:

Publicar un comentario